Caminante ante el mar de niebla. Caspar D. Friedrich.1818. Romanticismo alemán.
Un caminante solitario alzándose sobre una roca para contemplar extasiado el mar de nubes que se presenta ante él.
¿Quién es ese caminante que nos da la espalda?, para algunos Friedrich, el propio pintor, para otros un ser fallecido al que Friedrich rinde homenaje. Yo lo vería como “el Hombre” como ser digno y elevado, viste orgulloso el típico traje negro de levita alemán. Es frágil su condición humana, pero sensible y elevada.
Lo vemos en el centro del cuadro, los puntos de fuga tienden hacia él y recorta la escena con color profundo. Pero a la vez apreciamos una naturaleza abumadora, sobrecogedora. Estamos en el centro ¿pero dominamos desde allí o contemplamos?
Lo firmeza y seguridad del primer plano, contrasta con el movimiento vaporoso e indefinido del paisaje.
El caminante de la vida, contempla con admiración la fuerza arrolladora de la Naturaleza. A veces dominada por el hombre, y otras veces escapándose de sus manos.
Esencia del Romanticismo, lo sublime, lo sobrecogedor, formas abiertas, contraste de color.
El hombre ante el destino, ¿su destino? ¿nuestro destino? la condición del hombre su fragilidad, la experiencia discontinua y su dignidad para elevarse y a la vez la fuerza sublime de la Naturaleza.